Dentro de toda la variedad de productos que prometen poner fin a la disfunción sexual; unos
están avalados por estudios científicos y otros forman parte de la sabiduría popular; algunas veces
rozando la frontera con la magia, otras veces directamente traspasándola con invocaciones e
ingredientes demasiado macabros para una mente medianamente sana.
Los fármacos o compuestos afrodisíacos emanan de la sabiduría popular a
través de mezclas de plantas, fases de la luna, ungüentos y rituales de sugestión inducida con
ingredientes en ocasiones escatológicos. Pero no hay que desdeñar las formulas y recetas de
nuestros abuelos, porque hay que recordar que la ciencia, muchas veces, utiliza los laboratorios
para sintetizar la sabiduría popular. Hay multitud de
fármacos y compuestos afrodisíacos,
toda esta gama de sustancias y productos pueden clasificarse en cuatro grupos: Afrodisíacos de
acción central, afrodisíacos por asociación sensual, afrodisíacos por excitación de vías análogas a
las sexuales y afrodisíacos por tradición cultural.
Afrodisíacos de acción central
Los afrodisíacos de acción central son fármacos que aumentan el deseo sexual, se
trata básicamente de hormonas que actúan a nivel sensorial, activando y aumentando los niveles de
excitación.
Afrodisíacos por asociación sensual
Los afrodisíacos por asociación sensual son alimentos cuya forma característica
se asemeja a los órganos sexuales, este tipo de alimentos ya se consideran afrodisíacos desde la
antigüedad.
Formas fálicas (plátanos, pepinos, zanahorias, espárragos, etc.).
Formas vaginales (berberechos,
almejas, ostras, etc.).
Los que recuerdan la mucosa genital (manzana roja, fresas, frambuesas,
etc.).
Los que recuerdan al cuerpo femenino (pera, membrillo, etc.).
Los que se asemejan a los genitales masculinos (aguacate o los higos,
etc.).
Afrodisíacos por excitación de vías análogas a las sexuales
Los afrodisíacos por excitación de vías análogas a las sexuales funcionan
estimulando vías que en principio no parecen tener una relación directa con la excitación sexual.
Se trata de la estimulación análoga a la sexual a través de los sentidos: ciertos sonidos, ciertas
fragancias, unos ojos bonitos, una música que asociamos con un momento romántico. A veces estos
estímulos que en principio no tienen nada que ver con los engranajes de la libido, se convierten de
repente en el elemento catalizador del deseo sexual.
Afrodisíacos por tradición cultural
Los afrodisíacos de tradición cultural son aquellos que han sido transmitidos
gracias al boca a boca a través de los siglos. De generación en generación, de padres a hijos se va
pasando cierta información que permanece a través del tiempo; ciertas plantas medicinales que
tienen propiedades curativas para ciertos males, otras que los previenen, etc. De toda la cultura y
tradición existente respecto a los afrodisíacos que utilizan los pueblos para su «universo sexual»;
muchas veces nos encontramos con supercherías sin sentido aparente, casi siempre con un trágico
final para los animales poseedores de cornamentas, garras, penes, testículos, semen, vísceras y
otros órganos codiciados y demandados muchas veces en el mercado negro, por ejemplo: genitales
de tigre, aletas de tiburón, colmillos de elefante, cuernos de
rinoceronte, etc.
Pero sin duda uno de los afrodisíacos más famosos de la historia es la
cantárida o mosca española, que fue protagonista en su día al causar la muerte por
una sobredosis al famoso rey Fernando el católico, que después de fallecer Isabel la católica tomó
nupcias con Germana de Foix y fue tal su empeño en tener un varón que le sustituyera en el trono,
ya que su hijo primogénito Juan de Aragón había fallecido y su hermana Juana la loca no cumplía con
los requisitos para reina tal y como nos indica su apodo. Entonces Fernando el católico,
para continuar la línea dinástica estaba obligado a tener un hijo, por lo que se excedió en el uso
y abuso de todo tipo de posibles soluciones para poder poner enderezar su «mástil real» para a
navegar de nuevo a toda la vela, pero ya estaba muy mayor y su cuerpo no aguantó tanta exigencia
fálica y una sobredosis de dopaje lo llevó a la tumba el 23 de enero de 1516 a la edad de 64 años
(edad nada despreciable para la época). De esta manera el monarca fundador del primer boceto de la
España que conocemos, pasa a ser uno de los primeros casos conocidos de defunción por abusos de
sustancias afrodisíacas. |